28/09/2009

VACUNARSE FRENTE A LA GRIPE ESTACIONAL: UNA OBLIGACIÓN ÉTICA DE LOS PROFESIONALES SANITARIOS

REFLEXIÓN
Desde hace años se ha venido promocionando la vacunación antigripal entre los trabajadores sanitarios. Por un lado, con el objetivo de que nuestra inmunización sirviera de ejemplo ante la sociedad de la necesidad de inmunizarse aquellas personas que por determinadas condiciones tengan un mayor riesgo de sufrir las complicaciones derivadas de padecerla. Por otro lado, los sanitarios, por nuestro contacto con las personas que atendemos, estamos más expuestos a entrar en contacto con los virus circulantes. De esta manera, al infectarnos, somos también fácilmente transmisores de esta infección a las personas que atendemos, pero no solo a estos, también a las personas de nuestro entorno laboral y familiar.

Ante esta perspectiva, es necesario hacer un profundo reconocimiento de la necesidad de proteger a estas personas. Nuestra labor es cuidar a las personas que precisan de nuestros servicios. ¿De que manera estamos realizando este cuidado cuando estamos exponiéndolos a una infección por el hecho de negarnos a realizar una acción preventiva como es la vacunación?

Son múltiples los estudios que nos dicen que las tasas de cobertura vacunal entre los sanitarios es baja, nunca superior al 25-30 % global. Otros numerosos estudios tratan de reconocer los motivos de esta baja cobertura, y en muchos de ellos se señala como “miedo a las vacunas” o “no creer en su efectividad” como las principales causas de la no vacunación. ¿Miedo a las vacunas? ¿No creer en su efectividad?. ¿Somos profesionales científicos ó nos basamos en los rumores, tópicos y tabúes propios de personas con un bajo nivel cultural?

En el día de ayer leía que se está realizando una encuesta entre los profesionales de Eenfermería sobre la intención de vacunarse frente a la gripe A-H1N1. Descorazonador el resultado. Prácticamente un 89% de las personas que han votado manifiestan que no piensan en la necesidad de vacunarse. Volvemos a la misma situación. ¿Por ser enfermeras/os es que somos inmunes a la infección? ¿Seguimos sin pensar en la transmisión nosocomial que nosotros estamos produciendo? ¿Y en nuestro hogar, no llevamos las infecciones del trabajo, de la misma manera que a veces llevamos nuestros enfados y frustraciones?

¿Vacunamos a nuestros hijos basándonos en estas mismas percepciones sin base científica?

Creo que deberíamos reflexionar ante el hecho de que es nuestro deber ético poner todos los medios a nuestro alcance para mejorar la salud de nuestros pacientes y no exponerlos a la enfermedad. Queremos ser profesionales cualificados de primer nivel científico, y nos creemos a pies juntillas todas aquellas informaciones sin rigor que nos llegan a través de los correos electrónicos que circulan tanto por Internet.

Para finalizar, tan solo insistir en la reflexión. Pensemos que el año anterior murieron en nuestro país un número importante de personas como consecuencia de las complicaciones producidas tras padecer una gripe. Se conoce que más del 50 % de las infecciones gripales que se producen en las personas hospitalizadas son transmitidas por los profesionales que allí trabajan. Secuencialmente, muchas de estas personas que han fallecido, lo puede haber sido como consecuencia de infección adquirida de un profesional de la salud.

Cuando se nos llena la boca de hablar de la seguridad del paciente y de los esfuerzos que se realizan en este campo, ¿no deberíamos pensar que el no vacunarnos es otro de los errores sanitarios que crean problemas y enfermedad a nuestros pacientes?

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Notas de Prensa