Mirada enfermera, de Irene Teijido, en el Diario de Mallorca
La enfermera Irene Teijido se encontró ante un caso de violencia doméstica con agresiones físicas de un adolescente hacia su progenitora en la consulta y no dudó en relatar la importancia del trabajo asistencial de los profesionales de Enfermería a través de un emotivo relato enviado a la sección de Opinión de un medio de comunicación social en el que contrapone la demora en recibir atención por parte del médico frente a la ‘mirada enfermera’, que ve la realidad con otro prisma al anteponer el aspecto personal a la propia enfermedad.
La carta, que ella califica como una forma de agradecimiento a la paciente víctima de agresiones, fue publicada el domingo 4 de abril en la sección ‘Carta a los lectores’ del Diario de Mallorca de la capital de las Islas Baleares.Por su evidente interés para el colectivo enfermero la reproducimos íntegramente a continuación:
Irene Teijido. Palma.
Mirada enfermera
Soy enfermera, la población generalmente relaciona nuestros servicios de una forma muy ligada a los temas médicos, de hecho, muchos no saben desligar un producto de otro, pero esto no es cierto. El otro día, acudió al centro donde trabajo, una mujer que había sufrido agresiones físicas por parte de su hijo adolescente. Si de por sí la agresión y la violencia de género ya son un tema impactante que hace que la persona pierda la autoestima, la dignidad y se sienta vulnerada en su integridad tanto física como moral, imaginemos qué deben de sentir cuando el maltratador se trata de su propio hijo. Seguramente deberán preguntarse qué han hecho mal, y les inundará un sentimiento de culpa y dolor por no haber sabido inculcar a su hijo valores tan básicos como el respeto y el amor.
Después de hablar con ella y dejar que se desahogara, la dejé en la sala de espera abatida y cabizbaja esperando al médico, el cual tardó bastante en atenderla.
Cuando comenté con otros médicos que no me parecía correcto hacer esperar tanto a esta paciente, me contestaron que no tenía gravedad. Fue ahí, donde específicamente comprobé que mi mirada era enfermera, que yo veía la realidad con otro prisma. Yo no percibo la enfermedad sino la persona, ella es y debe ser el foco de mi atención.
Intenté ayudar a esta mujer, no sé si lo conseguí, pero lo que sí es cierto es que ella me ha ayudado mucho a mí. Al igual que muchos profesores aprenden de sus alumnos, en todos los centros sanitarios, cada caso, cada situación nos da una lección. Que lo importante no nos haga olvidar lo imprescindible. Que sirva esta carta como agradecimiento.